Arranqué mi BMW S 1000 RR y, aunque quizá resultase un poco estrafalario conducir mi superbike de 200 caballos con un casco abierto y gafas de aviador, me puse en marcha hacia Madrid, con intención de conocer un poco más algunas motos que desconocía y que, al menos estéticamente, me habían cautivado: las motos customizadas tipo vintage.
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