lunes, 21 de septiembre de 2020

Cómo distinguir el dolor de cabeza que mejor encaja con la covid-19

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Para definir el perfil de la cefalea que ha emergido con la covid-19, un equipo de investigadores españoles de la Universidad Complutense y los hospitales Clínico San Carlos de Madrid y Clínico de Valladolid analizaron a 112 voluntarios del personal sanitario con infección de coronavirus (entre ellos, médicos, enfermeros y auxiliares).

La mayoría de los encuestados (73,2%) no tenía antecedentes de cefalea previos, pero los científicos detectaron un dolor diferente al habitual entre quienes sí los tenían (26,8%), mucho más intenso. Aunque ese no es el resultado más interesante del estudio, en el que participó Porta-Etessam y que vio la luz el pasado julio en la revista científica Headache. Según el trabajo, hay al menos cuatro tipos de dolor de cabeza relacionados con el coronavirus SARS-CoV-2.

La mitad de los encuestados que usaban los equipos de protección individual (los famosos EPI) describieron un dolor de cabeza particular. Verse sometidos durante horas a la presión constante que ejerce llevar puestas una o dos mascarillas, sin olvidar la pantalla protectora, era la causa. Este dolor está tipificado en la clasificación internacional “como cefalea de compresión externa”, y puede extrapolarse a la población general porque las gomas de las mascarillas muchas veces aprietan en exceso. La solución es sencilla, dice Porta-Etessam: “Simplemente con aflojarlas y modificar la manera de llevarlas; usar esos artefactos para unir las gomas por detrás, sin apretar la cabeza, o utilizar las mascarillas con las que se ha entrado quirófano toda la vida, esto es, las del lazo por detrás, es suficiente”. El segundo tipo de dolor de cabeza no relacionado directamente con la infección que observaron los científicos es el que está causado por el estrés que genera la pandemia.

Entre los dolores de cabeza que sí están relacionados con la infección, el trabajo recoge uno reservado a las personas que anteriormente han sufrido ataques de migraña, o que padecen cefaleas tensionales o en racimo. En estos casos, el neurólogo piensa que, por lo general, estas situaciones se agravan: “Se intensifican y agudizan, con la posibilidad de que, en algunos casos, incluso se hagan crónicas”. Respecto a cuántas personas les sucede esto, Porta-Etessam es cauto. “En estos momentos lo estamos estudiando, pero nos da la sensación de que podría sucederla a entre un 2 y un 5% de los pacientes”, señala. Los neurólogos trabajan con la hipótesis de que esta posible cronificación está relacionada con el carácter inflamatorio de la cefalea. En cuanto al tratamiento, se suele aplicar el mismo que estaba siguiendo antes de dar positivo en la prueba de detección del coronavirus.

Por último, está el dolor de cabeza predominante en los enfermos de covid-19. Porta-Etessam revela que se describe con gran intensidad y mayoritariamente opresivo, lo que lo distingue de la migraña, que es pulsátil. “Puede ser holo o hemicraneal, es decir, afectar a toda la cabeza o solo a un lado, pero, como esta característica es también habitual de otras cefaleas, la localización no parece ser un dato que nos ayude a distinguirla”, dice el médico. Uno de los rasgos más diferenciales es que empeora con la actividad física y con los movimientos de la cabeza, lo que lo distingue del de la cefalea tensional. “Un aspecto importante que lo aleja de gran parte de otros dolores de cabeza es que puede despertar al paciente por la noche. Además, suele durar entre 24 horas y una semana, presentándose de forma continua, no como los episodios de las migrañas, por ejemplo”. Sí se parece a la migraña en que existe molestia a los ruidos y en ocasiones a las luces, por eso el tratamiento más habitual es el mismo que el de las crisis de migrañas.

Afortunadamente, los neurólogos del hospital vallisoletano que participaron en el estudio, aunque en una investigación distinta, han visto que el dolor de cabeza no parece ser un signo de mal pronóstico de covid-19. Con todo, el especialista recuerda que eso no es motivo para relajarse ante el mínimo síntoma. “Una persona que, en el contexto de la pandemia, pierda el olfato, curse con fiebre, dolor de garganta y tenga dolor de cabeza, que empeora con la actividad y el movimiento, tiene que sospechar que está frente a una cefalea propia de la covid-19”. Y actuar en consecuencia.

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