El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco ha reconocido que el trabajador Celestino Tolosa, fallecido hace diez años, murió debido al amianto. Se ha podido reconocer que tuvo una enfermedad profesional porque pidió que se congelaran sus pulmones antes de ser trasplantado.
La hija del fallecido habla de toda la lucha mantenida desde 2008. “Los compañeros de mi padre, algunos afectados por el amianto y trabajadores, nos animaron a empezar un camino legal. Y hace dos años empezamos a investigar y nos pusimos en contacto con la Asociación de Víctimas del Amianto.”
Esta sentencia no es firme, se puede alegar. “Pero para la familia esta sentencia la hemos ganado porque se ha reconocido que nuestro padre murió trabajando. Y el enfermo por una enfermedad profesional”.
La hija no sabía que su padre había pedido congelar sus pulmones y se enteró cuando llamó al Hospital. Recordaba: “Mi padre fue un sindicalista implicado y estuvo muchos años en el comité de empresa y también fue un paciente implicado con la ciencia y pensó que su cuerpo debía utilizarse para la investigación. Cuando le trasplantaron los pulmones, él pidió que los guardaran. Esto ha sido determinante para que nos dieran la razón”.
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